No lo ves, no lo sentís, pero está ahí.
Ese famoso “cortisol” del que todo el mundo habla cuando estás estresado.
Pero... ¿sabés realmente qué es? ¿Por qué aparece? ¿Y por qué a veces parece que te está saboteando la vida?
¿Qué es el cortisol y por qué no es el villano (al principio)?
El cortisol es una hormona. Y no, no es malvada por naturaleza.
De hecho, es una hormona que tu cuerpo produce de forma natural y necesaria. Se la conoce como la hormona del estrés, pero en realidad es una especie de alarma interna: te activa, te pone alerta, te ayuda a reaccionar en situaciones de peligro.
🧠 Es liberada por tus glándulas suprarrenales (arriba de los riñones) cuando tu cerebro detecta que algo te amenaza.
Puede ser real (un choque, un grito, un incendio)…
o más moderno: una reunión de trabajo, una notificación, una discusión por WhatsApp o un “tenemos que hablar”.
¿Para qué sirve el cortisol?
✔️ Aumenta tu energía en momentos de tensión
✔️ Sube el nivel de azúcar en sangre para que el cuerpo esté listo para “huir o luchar”
✔️ Regula el metabolismo
✔️ Modula la presión arterial
✔️ Reduce ciertas funciones del cuerpo no esenciales en emergencias (como la digestión o la reproducción)
En pocas palabras: el cortisol te salva el pellejo cuando lo necesitás.
El problema es que hoy estamos tan expuestos a estrés constante… que esta hormona vive activada como si estuvieras escapando de un tigre todo el día.
¿Qué pasa cuando el cortisol está alto todo el tiempo?
Y acá empieza el lío.
El cuerpo no fue diseñado para sostener un nivel elevado de cortisol durante días, semanas o meses.
Cuando el cortisol se vuelve crónico, empezás a pagar el precio:
📍 Insomnio (la mente no para, el cuerpo tampoco)
📍 Aumento de peso o dificultad para bajarlo
📍 Ansiedad, irritabilidad, bajones emocionales
📍 Cansancio extremo, incluso después de dormir
📍 Sistema inmune debilitado (te enfermás más seguido)
📍 Problemas digestivos y hormonales
📍 Pérdida de memoria o dificultad para concentrarte
📍 Tensión muscular constante (cuello, espalda, mandíbula… te suena?)
Y lo más triste: empezás a sentir que vivir así es normal.
Y no lo es.
¿Cómo bajar el cortisol sin renunciar a tu vida?
La buena noticia: no tenés que mudarte al medio del campo ni renunciar al trabajo.
Pero sí necesitás aprender a regular el estrés y darle al cuerpo las pausas que tanto está pidiendo.
🔹 Respirar profundo (sí, suena básico, pero no lo hacés bien cuando estás estresado)
🔹 Dormir mejor
🔹 Mover el cuerpo (no para castigar, sino para liberar tensión)
🔹 Comer mejor (porque el azúcar en exceso también lo descontrola)
🔹 Reír más
🔹 Hacer pausas sin culpa
🔹 Poner límites
🔹 Y sobre todo… escucharte.
Entonces, ¿el cortisol es bueno o malo?
Ni bueno ni malo.
Es necesario. Pero como todo lo que se pasa de rosca… termina haciendo daño.
El problema no es el cortisol.
Es vivir en alerta todo el tiempo.
Y eso, querido lector o lectora, es lo que podemos (y necesitamos) cambiar.
💡 Si este texto te hizo pensar:
✔️ Guardalo
✔️ Compartilo con esa persona que vive en modo “estresómetro al palo”
✔️ Y preguntate: ¿qué puedo hacer hoy para que mi cuerpo deje de creer que todo es una amenaza?
Porque el mundo puede seguir girando, pero tu cuerpo necesita un descanso.
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